EL NUEVO ROSTRO DEL LUJO
OPINIÓN, Octubre 2020La moda del lujo
Agatha Ruiz de la Prada
El lujo está de moda. Lo vemos continuamente reflejado como tema importante en la prensa, en las escuelas de negocios, en presentaciones de moda, en congresos. Pero su imagen cambia a través de los acontecimientos presentando distintas dosis de protagonismo. Sin embargo, el acelerón que ha experimentado en estos últimos meses ha sido excepcional. ¿Que ha pasado? Hemos sufrido el gran reto del Covid 19 que ha mermado nuestros pasos, espacios, movimientos, sistemas de trabajo y diversiones, y ha potenciado el empleo de los medios digitales. Se ha desatado con fuerza una lucha entre lo digital y lo presencial para conseguir un lujo supervalorado: la seguridad con todas sus consecuencias.
En las invitaciones y las informaciones de las colecciones de moda se notaba los malabarismos que hacían los diseñadores para informarnos de nuestra primera pérdida: el espacio. El primero que vislumbró este problema fue el diseñador italiano Giorgio Armani que ya el 22 de febrero redujo al mínimo el número de asistentes a su colección adivinando la tragedia que se avecinaba. En España tenemos el ejemplo reciente de los desfiles de la Fashion Week Madrid. Si en las ediciones de los 30 años de su existencia las gradas de sus salas de desfiles estaban abarrotadas y la gente felizmente apretujada, esta vez había entre unos y otros los casi dos metros libres prescritos por las nuevas normas con la drástica reducción de plazas. “En la mayoría de mis desfiles -comentaba desolada Ágatha Ruiz de la Prada- aportaba cientos de espectadores. Esta vez solo he podido introducir 40”.
Contemplar las gradas del Cibeles semivacías era un nuevo espectáculo que tenía su parangón en los zonas libres que veíamos en bares y terrazas y hasta en los comedores de los restaurantes de lujo, que habían tenido que retirar parte de sus mesas para no incurrir en delito. Y no digamos la vista en algunos momentos críticos de los estadios de futbol que aunque goleara el mismísimo Messi, el equipo debía jugar el partido con las gradas vacías. La emoción ante el juego no puede ser igual y lo mismo ocurre en una sala de conciertos o en un teatro.
La moda, catalogada en sí misma como industria de lujo, ha tenido que cambiar también algunos de sus mas firmes postulados. Si hace poco tiempo crecía el debate sobre la futura continuidad de las pasarelas, ha tenido que dar carta blanca a los medios digitales que han entrado con fuerza y con aire triunfalista en la contienda, primera clave para poder unir presencialidad y seguridad. Muchos certámenes de moda e incluso la Alta Costura de París han tenido que acudir a los medios digitales para no tener que interrumpir los ritmos de sus colecciones, y en España hemos valorado el esfuerzo realizado por la Fashion Week madrileña para poder combinar sus pases presenciales con digitales, performances y fashion films, eso sí, acudiendo a una drástica reducción del número de desfiles.
"El baile de máscaras" en el Real
Giorgio Armani
Estadios vacíos
EL NUEVO ROSTRO DEL LUJO
Ante el avasallamiento de lo digital y sus alegaciones a la seguridad y al sentido practico, que realmente son positivas, se ha intentado mantener el lujo del contacto directo, para que la gente se sintiera protagonista de la situación más que un simple espectador a través de un streaming. Se ha notado esta postura en varios sectores para que la técnica desmesurada y crecida de la digitalización no disminuyera los espacios y temas dedicados al arte, a la cultura y a la moda. Los diseñadores italianos Dolce y Gabbana han tenido la buena idea de llevar este mes de septiembre varios eventos de moda a Florencia colaborando con los artesanos florentinos estrechando todavía más el vinculo entre una discreta presentación forzosamente virtual y el arte y la cultura de la ciudad de Florencia, mucho mas abiertos a la presencialidad.
En España ha aumentado el interés por las visitas privadas a museos como el Prado y el Reina Sofía pero la seguridad ha vencido al arte en un lugar tan cotizado como el Teatro Real que el domingo día 20 tuvo que suspender la representación de “Un baile de máscaras” por las protestas de parte del público que consideraba insuficientes las medidas tomadas.
Pero ¿qué ocurre con las posturas a nivel personal? Somos conscientes de que las medidas de seguridad nos alejan del prójimo… Una cosa es resignarse con las mascarillas a todas horas y hasta hacer el esfuerzo de convertirlas en un accesorio de moda a tener que renunciar a las muestras de afecto tradicionales entre familiares y amigos, como son los besos y abrazos y sustituirlas por ese ridículo toque de codos.
Pasarela presencial
Siempre hemos aprendido que cuando se habla de amor al prójimo éste se considera como el más próximo. Quizás ante esta forzosa distancia unos de otros nos llevará a valorar cada vez más los vínculos espirituales y afectivos que nos acercan a los demás y salgamos de esta pandemia con la seguridad -esta sin normas ni distancias- que proporciona el cariño, la solidaridad, la confianza y todo lo que no puede recortarse con las medidas materiales. Entraríamos entonces en la feliz y necesaria situación de añadir a nuestra vida una seguridad mucho más humana, duradera y profunda que la que está sujeta a unos centímetros de distancia…
En la moda creo que podemos contar con su mayor lujo: la vuelta o continuación de las pasarelas como su origen y su expresión mas genuina. Quizás no veremos los front row atestados como en otros momentos pero, si esta depuración nos trae contar con la gente que se toma la moda en serio y le interesa más conseguir unos criterios y la valoración profesional que la clásica foto del front row con efectos de marketing, algo es algo. De momento llegan informaciones que nos adelantan que las grandes firmas no van a renuncian a desfilar en vivo en las próximas colecciones y podremos gozar de la calidez y la categoría de la presencialidad.
Lo que está claro es que la invasión de lo digital ha forzado a hacernos una idea cabal de lo que hoy es el lujo. Si en algunas épocas se ha presentado solo en forma de detalles ostentosos (los clásicos grifos de oro horteras en el cuarto de baño, por ejemplo), ahora seremos capaces de verlo adoptando una actitud del que acepta algunas de sus exigencias pero sin renunciar a muchos de sus valores.