HA MUERTO PIERRE CARDIN, EL REY DE LA MODA FUTURISTA

A los 98 años de edad, sin haber renunciado todavía a la gestión de su imperio comercial, ha fallecido el diseñador Pierre Cardin en el Hospital Americano de Neuilly al oeste de París. Su gran impacto en el mundo de la moda fue que supo ver desde el principio, con un verdadero instinto comercial, la importancia de la difusión de la moda sin renunciar a su actividad creativa. Reproducimos hoy una entrevista con el legendario diseñador realizada en pleno éxito de su carrera en la que nos habla de su trabajo y sus ideas sobre el sentido de la moda.

En los años 50 había presentado sus primeras colecciones de Alta Costura hasta que en 1959 dio el gran bombazo: creó una colección de prêt-à-porter para los Almacenes Printemps. Las casas de Alta Costura pusieron el grito en el cielo y Cardin fue invitado a abandonar la Cámara Sindical de la Alta Costura de París. Hasta que al cabo de poco tiempo la Cámara y sus componentes se dieron cuenta de que había nacido un sentido de la moda imparable y accedieron a que los modistos, siguiendo el ejemplo de Cardin, ganaran dinero con el relumbrón de su nombre. 

Después de su rehabilitación en la Cámara, Pierre Cardin siguió encabezando la costura de vanguardia junto con Courrèges y Paco Rabanne. Fue un emblemático costurero inspirado en la era espacial con una visión futurista de la vida y de la moda acudiendo a la inspiración Op Art y a las líneas geométricas más audaces que influyen todavía en la moda actual. Se anticipó también a los demás diseñadores al establecer relaciones y contactos comerciales con Rusia, China y Japón. En estos países se han celebrado a lo largo de los años exposiciones antológicas sobre su moda en paralelo con el mundo occidental, como por ejemplo en el año 1990 una exposición en el Museo Victoria and Albert de Londres y en julio de 2019 una extraordinaria retrospectiva en el Museo Brooklyn de Nueva York.

Cardin ha dado su nombre a más de 200 productos: vestidos, perfumes, joyas, mantas, chocolates… Ha sido el amo y señor de un verdadero imperio que abarcaba 50 fábricas, 15.000 obreros, 1.500 almacenes y boutiques en medio mundo. En el terreno creativo su inspiración tampoco parecía tener fronteras. De su tierra de origen, Italia, heredó el entusiasmo, la ingeniosidad de un cerebro y unas manos que no descansaban hasta ver convertida una idea en realidad. Pero a pesar de la diversificación de sus cualidades ha sido ante todo un modisto, un genio del color y de los cortes asimétricos, el hombre que ha sido capaz de dar nuevos cauces a la moda, de iluminar un traje con un simple círculo de color o de hacer un vestido con cuatro pétalos gigantescos. 

Mi entrevista con el modisto fue en París en su Espacio Cardin, situado en los jardines de los Campos Elíseos. Había convertido el antiguo Teatro de Embajadores, construido en 1928 en un edificio de líneas ultramodernas con una ornamentación arquitectónica a tono con los edificios de la Plaza de la Concordia. 

-¿Cómo nació Cardin para el mundo de la costura? 

-Desde muy pequeño tenía una gran afición por la línea y los colores. Sentía la fascinación por las formas. Nací en Venecia pero cuando yo era todavía muy pequeño mis padres se trasladaron a París. En un primer momento pensé dedicarme a la arquitectura pero conocí a Jean Cocteau y a su lado empecé mi carrera como diseñador. Realicé los trajes y máscaras para la película “La bella y la bestia”. De ahí pasé a la costura. Trabajé junto a Paquin, Schiaparelli y con Christian Dior participando en su famoso new look. 

-¿Cuándo abrió su primera casa de Alta Costura? 

-En el año 1947 en la Rue Richepause. Al cabo de cinco años presenté mi primera colección y me instalé poco después en el Fouburg Saint Honoré donde abrí mis dos boutiques. 

-Vd. enfrentó las dos grandes disyuntivas de la época: la Alta Costura y el prêt-à-porter. ¿Piensa que puede haber una diferencia entre ellas desde el punto de vista de la creación? 

-No, la creación solo puede ser una. No la puedo imaginar de otra manera, solo que en la Alta Costura se vuelve orientación y medida y en el prêt-à-porter se vuelve multiplicación. Yo no he declarado la guerra a la Alta Costura. Solo he borrado sus fronteras porque no me interesaba vestir a trescientas mujeres muy elegantes cuando en el mundo existen miles y miles de mujeres que quieren ser bellas. 

-Y esta multiplicación, esta comercialización, ¿no ha podido quitar valor a la moda como arte? 

-No, ¿por qué? El arte puede ser comercial. Los cuadros se hacen para venderse, los trajes también. Y el que haya trajes de precios más altos no quita para que el modelo que se repita mucho no sea una creación. La moda, aun la de gran difusión, es siempre un arte. 

-¿La moda tiene que ser lógica? 

-La moda es ilógica desde que el mundo existe. ¿Tenían alguna lógica los miriñaques, los corsés que no dejaban libertad para respirar? Sin embargo hay que procurar huir del absurdo, de los monstruos anti prácticos. Yo detesto lo absurdo y busco, sobre todo, lo que hace a la mujer más joven, más femenina, más funcional. 

-¿En qué consiste para Vd. la elegancia? 

-En la sobriedad. 

-¿Cuál es su mayor ambición? 

-Mi única ambición es la de ser un buen profesional. Mi vida gira en torno al trabajo. Mi ambición es crear, realizar. No me gusta hacer las cosas a medias. Soy instintivamente organizado. Tengo orden en mi cabeza, no en los papeles. Cuando empiezo una cosa, sea la que sea, procuro hacerla bien y hasta el fondo. 

-¿Dónde encuentra la inspiración para su moda?

-La inspiración hay que encontrarla dentro de uno mismo, en el propio espíritu. En la costura, como en las demás artes, no puede buscarse el éxito fácil. No se puede ir solo por senderos conocidos. Lo que yo más amo de mi oficio es la creación, no importa que esta creación sea comercial. Pero nunca hago concesiones ni me inspiro en los movimientos “hippies”, ni en las tendencias del mercado. 

-¿Qué piensa entonces de esta tendencia de inspirarse en décadas pasadas? 

-Pienso que poner al día estilos pasados no es crear. Es la imaginación lo que hace avanzar a la moda. No hay que olvidar que la moda no tiende solamente a hacer vender un tejido o un modelo, sino que a través de un vestido se puede definir una raza, una civilización, una cultura. 

-¿Su moda mira siempre hacia el futuro? 

-Sí. El mejor elogio que pueden hacerme es que yo vivo en el presente y en el futuro, que no busco mi inspiración en influencias del pasado. Mis trajes preferidos los invento para una vida que todavía no existe. El futuro tiene una carga de riqueza maravillosa si se sabe intuir. 

-Vd. vende su moda en todo el mundo. Al crear sus modelos ¿piensa en la nacionalidad de la mujer a la que va dirigida? 

-La moda no es cuestión de países o de razas sino de proporciones. Mis modelos pueden encajar en todo el mundo. Solo procuro adaptar los accesorios a los distintos tipos de mujeres. Un accesorio que va con la altura de la mujer americana, por ejemplo, no puede ser del mismo estilo y tamaño que el que debiera llevar una japonesa. 

-Tiene Vd. fama de estar obsesionado con el arte. Ha rodado películas, ha hecho incursiones en el teatro. ¿Se considera un hombre culto además de un artista?

-No me falta cultura aunque he tenido que buscarla por mi mismo. He trabajado sin maestro. Mi gran hobby son los viajes, recorrer países, visitar museos… Puedo hablar de la pintura italiana, de la española, del arte japonés. Los artistas que más admiro son Giotto, Mantegna, Van Gogh, pero más que la cultura valoro la inteligencia. La cultura está al alcance de todas las personas cultivadas que tienen educación y sensibilidad. El creador no tiene necesidad absoluta de ser culto sino, sobre todo, de ser inteligente.