LA MODERNIDAD DE LOS 60
OPINIÓN, septiembre 2007

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¿Hasta que punto la moda puede cumplir las funciones propias de la tradición, en particular, la función de señalar un norte que permita preservar la propia identidad? ¿Implica el paso a una sociedad moderna, con su aparente sustitución de la tradición por la moda, la pérdida irrevocable de la identidad, como si de la identidad dependiera esencialmente de la tradición?
Bajo el nombre de moda no se vende simplemente “estilo”, se vende “identidad”. Sin duda los departamentos de marketing han advertido la demanda de identidad existente en un mundo fragmentado y, al proponer un nuevo producto procuran asociarlo a un modo de vida y a una personalidad más o menos estereotipada, pero, en cualquier caso unitaria y superficialmente atractiva.
En general el pensamiento deconstruccionista respecto a la moda comienza por asumir el progresivo vaciamiento moderno de significado que asociamos al vestido y a otras formas sociales , y declarar que la sociedad de consumo ha llevado a término este vaciamiento de modo que ahora quedaríamos “liberados” de cualquier otro significado antiguamente asociado a los objetos.
Desde los años sesenta ya resulta prácticamente imposible hablar de una moda definida porque, en su lugar asistimos a una multiplicación aparente de la oferta y , sobre todo porque se asume que el individuo –al menos en lo que se refiere al diseño de su tiempo libre- tiene, en cuestión de moda, la última palabra.
Las piernas al descubierto son una marca de esta época pero para alivio de todos la media opaca disfraza algún detalle incómodo. Vuelven los vestidos con estampados a lo Mondrian, geométricos y con colores primarios . Los tacones y las plataformas están de última moda , y el remate final se consigue con un delineador de ojos color negro.
Los 60 pasarán a la historia como la década en la que la moda de la calle entró de lleno en la Alta Costura , o como la era que vio nacer a la casa de moda más influyente del siglo pasado, Yves Saint Laurent. pero también como el tiempo en que la juventud rechazó la elegancia de Chanel o Balenciaga para convertir a las boutiques en el origen de toda tendencia.
Es curioso comprobar que las prendas sesenteras que figuran con profusión en las últimas colecciones desprenden una rabiosa modernidad; y por eso no es extraño que la moda, en un constante debate entre el pasado y el futuro, siga tomando como referencia su vertiente más sofisticada. y en este otoño serás tu la que presuma de sofisticación en uno de los revivals mejores y más largos del mundo de la moda.


LA MODERNIDAD DE LOS 60