EL MEJOR TRATAMIENTO DE BELLEZA
IMAGEN, Julio 2013
Ser agradecidos

Siempre autoestima
Llevo más de un año con vosotros escribiendo sobre trucos de belleza y hoy, un día importante y feliz en mi vida (mi madre vuelve a casa tras muchos meses ingresada de gravedad), no puedo ni quiero escribir un artículo sobre maquillajes, cremas o dietas adelgazantes. Hoy os voy a pedir la concesión de compartir mis pensamientos con vosotros, porque tengo tanto dentro que me sale a borbotones y no quiero que se quede ahí, quiero compartirlo con el mundo.
Me acuerdo que en la película primera de Sexo en Nueva York, el marido de Charlotte le dice después del nacimiento de su segunda hija: “hoy tengo tanto amor dentro de mí, que no puedo aguantarme decirte esto…”. Este personaje que prometía ser un secundario más, un calvo, gordo y peludo hombre pintoresco que pasaría desapercibido en la serie, acabó siendo uno de los más queridos por el público. Todos queremos tener un hombre así cerca. No es tanto el atractivo físico de las personas lo que nos enamora de ellas, sino más bien la bondad y capacidad de amar.
Un ejemplo que siempre pongo es la Madre Teresa de Calcuta, toda pequeñita, arrugadita como una pasa… y cuánta belleza desprendía en su mirada, sus gestos… Seguramente una de las personas más atractivas y amadas de la historia.
Recuerdo bien que cuando era pequeña alguien me dijo que las personas tenemos la cara que merecemos cuando llegamos a cierta edad. Si frunces mucho el ceño, tendrás ahí arrugas, si sonríes, tendrás unas deliciosas patitas de gallo… Si fumas tendrás una horrible voz de camionera y si haces ejercicio cada día, tu cuerpo estará más fuerte y sano de lo que esperas. Si hablas con dulzura, tendrás rasgos dulces, si buscas siempre estafar, engañar, tendrás cara de persona que no merece la confianza.
Sabéis que la autoestima es la imagen que tenemos de nosotros mismos. Da igual lo que la gente piense o vea de ti, tú sabes lo que hay dentro. Procura siempre sentirte bien contigo, es decir, actuar siempre en conciencia, no por los demás, sino sobre todo por ti mismo.
No te atrevas a juzgar jamás a nadie. ¿Acaso te crees Dios? Recuerda que opinar, criticar, juzgar es otra forma de emponzoñar tu corazón (además de una ordinariez). ¿O es que acaso te crees mejor que esa persona de la que hablas? ¿Más lista, poderosa, con mayor autoridad…? ¿Acaso tú eres perfecta? Recuerdo que de pequeña siempre pedía: “Señor, haz que los malos sean buenos y que los buenos sean simpáticos”.
Sueña a lo grande, ríe, toma vino de vez en cuando y échate una siesta a la sombra de una palmera este verano. Agradece lo que tienes y tuviste y por supuesto lo que está por llegar, confía que todo, absolutamente todo, será bueno. Enorgullécete de tus logros y ayuda ahora a los que están como tú cuando empezabas. Cómete a besos a tus hijos y deja un poco la tele para empezar un buen libro…
Te aseguro que la lucha, entrega, amor que demuestres, las sonrisas que regales, los abrazos que des -aunque quienes los reciben sean unos desagradecidos o no sepan valorarlo… compadéceles, es otra forma de amar-, y no te arrepientas porque tu alma habrá crecido y eso, amiga mía, se refleja en la cara como rayos de luz que salen por cada poro de tu piel.

Escena de S en NY

Arrugas de la santidad
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