EL CULTO A LA IMAGEN
OPINIÓN, Mayo 2016Botox
Obsesión por la dieta
El cuento “La bella y la bestia”, que ha sido llevado al cine y a los espectáculos musicales, tiene un encantador mensaje: “la belleza está en el interior”. Pero en nuestra época el culto al cuerpo y a la imagen externa se ha convertido en una obsesión que amenaza suplantar esta belleza interior. No hay más que ver el auge creciente de los tratamientos y operaciones de estética, los métodos de adelgazamiento, los cuidados antiage… Toda una movilización que mueve millones. Sin embargo, la relación entre el alma y el cuerpo, entre las cualidades físicas y las cualidades morales, son algo que ni la medicina, ni la estética medicalizada de nuestros días pueden olvidar.
La revista americana Health Psychology hizo público un estudio que revela que las mejores medicinas contra determinadas patologías son virtudes psicológicas personales, como el optimismo y la templanza. Recordando las tres virtudes esenciales que ya Platón recomendaba a sus contemporáneos –fortaleza, templanza y sabiduría-, científicos americanos, israelíes y canadienses confirmaban en esta revista la ligazón entre el alma y el cuerpo. La salud y el buen aspecto exterior tienen mucho que ver con las batallas que se libran en el interior de nosotros mismos.
Sin duda los avances en la dietética y en el cuidado del cuerpo que se han dado en estos últimos años han sido –hasta cierto punto- positivos. Y la actitud que tiene en cuenta el atractivo de la propia imagen y utiliza las posibilidades del ejercicio, la nutrición y la cosmética son algo que cuenta para la autoestima personal y puede abrir posibilidades de relación social y hasta de mejoras profesionales.
Sin embargo, las cifras demuestran que las cosas no solo han cambiado, sino que en cierta medida se han descontrolado. En España las operaciones de cirugía estética, que alcanzan cifras superiores a 65.000 al año, y la apertura de centros gimnásticos y deportivos que aumentan cerca del 4 % sobre el año anterior, indican que quizás nos estamos pasando de rosca.
La belleza es también solidaridad
Jóvenes a toda costa
Auge de los gimnasios
EL CULTO A LA IMAGEN
Este aumento de centros deportivos y de los cuidados estéticos y nutricionales tienen también algo que ver con la importancia que se da hoy a la salud, un término que la OMS define como “el perfecto bienestar físico, psíquico y social”. Sin embargo se dan muchas contradicciones en este campo y la estética y la salud no siempre se potencian mutuamente.
A nivel sociocultural, por ejemplo hay una presión importante sobre las mujeres por la delgadez que ha sido causa de graves patologías como la anorexia que ha enganchado a chicas jóvenes. En Estados Unidos la anorexia supone la tercera enfermedad crónica más frecuente y en España, según datos de la Asociación contra la Anorexia y la Bulimia (ACAB), la padecen alrededor de 26.000 chicas.
Tener en cuenta la importancia del atractivo personal, utilizar con sentido común y acierto las posibilidades de la cosmética, es un ejercicio sano que puede hacer la existencia más agradable y placentera si no se exageran estas prácticas y se convierten en el móvil principal de la existencia, ni buscan solamente la autoestima personal o el aplauso. No podemos crearnos tampoco un problema de valores asociando determinados valores morales con la estética. Desgraciadamente no siempre la belleza interior acompaña a la exterior. Resulta un contrasentido valorar tener un cuerpo 10 por fuera y no preocuparse de ser buenos por dentro.
El peligro de la anorexia
En nuestro mundo posmoderno, donde todo se relativiza, hay que asentar la belleza en unos principios sólidos que tengan en cuenta la actitud interior y la opinión ajena. Gracias a Dios y a los genes hay mujeres bellísimas y gracias a las dietas bien buscadas y a las industrias cosméticas se puede acentuar esta belleza o hacerla más asequible a las mujeres menos afortunadas. Lo que no se puede hacer es convertirse en esclavas de la báscula o sentirse desgraciada cuando los métodos antienvejecimiento o anti “lo que sea” no dan el resultado que esperamos.
La belleza necesita interpretarse en claves de optimismo y buen humor, con un sentido de la vida que la pone en sus justos límites y no la convierte en clave insustituible de nuestra existencia. Una sonrisa que nace de dentro, una actitud interesada hacia los problemas ajenos, un tono de serenidad ante los acontecimientos, pueden ser unos atributos estupendos aunque las arrugas del rostro no desaparezcan en la proporción y la rapidez que promete el último cosmético o los kilos no bajen todavía a fuerza del “power walking”. Los buenos sentimientos -la solidaridad, el respeto, la compasión- pueden convertirse, en cambio, en una receta maravillosa y eficaz que nunca falla.
Georges Eliot lo interpretaba de una forma sencilla y poética: “Los sentimientos humanos son como los poderosos ríos que bendicen la tierra: no esperan a la belleza, fluyen con fuerza irresistible y llevan la belleza consigo”.