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"SOROLLA Y LA MODA", UN DÚO PERFECTO

EVENTOS, Febrero 2018
por María Luisa Toribio | Nº 132
Clotilde sentada. Óleo 1910
Clotilde sentada. Óleo 1910
Vestido de 1912 de satén y tul de seda
Vestido de 1912 de satén y tul de seda

Los cuadros pueden ser ventanas al pasado, y si además los acompañan elementos tangibles que nos remiten al tiempo que representan, esa impresión puede convertirse en un verdadero sortilegio. Es el caso de la exposición "Sorolla y la moda". Esta exhibición, que acogen en doble sede el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza y el Museo Sorolla hasta el 27 de mayo, reúne 72 pinturas, en su gran mayoría retratos femeninos. En ellas se explora y se subraya la presencia de la moda en la obra del gran pintor valenciano. Y se hace de un modo muy especial, pues acompañan a los lienzos vestidos de época muy similares a los que se reflejan en ellos. Ambos elementos se apoyan mutuamente, creando un hechizo irresistible.

Eloy Martínez de la Pera, comisario de la muestra, explica: “Han sido tres años y medio de preparación, de mirar en archivos y en colecciones privadas, tanto de cuadros como de piezas de indumentaria”. Las prendas siguen a los lienzos para que la fecha se ajustara al momento en el que Sorolla pintó el cuadro. Los óleos que se exhiben fueron ejecutados entre 1890 y 1920; para contextualizar al máximo, se ha intentado que la diferencia entre el cuadro y la indumentaria, en lo posible, no fuese superior a los tres o cuatro años. 

Los vestidos y trajes “que dialogaran” con los retratos a los que iban a complementar se buscaron en colecciones particulares y en grandes museos que custodian indumentaria: han cedido piezas para esta ocasión, por ejemplo, el Victoria and Albert de Londres o el Musée des Arts Décoratifs de París. Algunos se elaboraron en talleres de costura de la época; otros llevan grandes firmas como Fortuny o Lanvin

Las pinturas, por su parte, proceden de distintos museos e instituciones de dentro y fuera de nuestras fronteras, como el Metropolitan Museum of Art y The Hispanic Society de Nueva York, entre otros, y también de colecciones privadas; algunas de ellas nunca habían sido expuestas. 

Elena con túnica delphos. Óleo 1909
Elena con túnica delphos. Óleo 1909
Delphos de tafetán de seda y cristal de Murano
Delphos de tafetán de seda y cristal de Murano
Clotilde con traje negro. Óleo 1906
Clotilde con traje negro. Óleo 1906

"SOROLLA Y LA MODA", UN DÚO PERFECTO

El cuidado maridaje entre obra pictórica y ropas busca mostrar cada retrato -la moda y la mujer presentes en él- como algo vivo: la dama del óleo, aclara Martínez de la Pera, “lleva ese vestido porque ese vestido se creaba en ese mismo momento y es el vestido que salía a las calles de Madrid, París, Londres o Nueva York”

Así queda al descubierto el carácter de hombre de mundo y moderno de Joaquín Sorolla, un artista atento a lo novedoso y rendido ante lo bello cuyo buen gusto se reflejaba en su casa y muy claramente en el atuendo de su esposa, Clotilde, y sus hijas, María y Elena. Lo atestiguan en esta exposición los numerosos retratos de miembros de su familia ataviadas con gran estilo, así como curiosidades como facturas y cartas. En una de ellas, el pintor pide a su mujer que le envíe sus medidas y la talla de sus pies para llevarle a la vuelta de su viaje prendas y zapatos que habían llamado su atención. “A Clotilde le encantaba fiarse del gusto de Sorolla, porque sabía que por sus viajes conocía perfectamente el protocolo en la indumentaria. Fue su "personal shopper”, apunta el comisario de la muestra. 

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Traje de tafetán y algodón, de 1900
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Clotilde en la playa. Óleo de 1904
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Vestido de verano de algodón y encaje, 1906

Pero el recorrido va mucho más allá de esta faceta íntima de Joaquín Sorolla. Está también presente la alta sociedad de entonces en magníficos retratos, la elegancia del veraneo distinguido en las playas de moda y la vida moderna y los nuevos ambientes urbanos y cosmopolitas que florecían en el París del recién estrenado siglo XX. 

En palabras de Martínez de la Pera, el viaje a través de las salas del Thyssen-Bornemisza y de las habitaciones de la casa familiar de la calle de Martínez Campos “en el fondo es un cuento”. Un cuento que nos habla de la sociedad, del estilo de vida y la estética del final de un siglo y del comienzo de otro; de tendencias y nuevas modas que van plasmando obra tras obra los pinceles del artista, convertido en “el narrador” de este evocador paseo.

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