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ADIOS A EMANUEL UNGARO

NOTICIAS, Enero 2020
por Redacción ASMODA | Nº 153
Emanuel Ungaro
Emanuel Ungaro
En su taller en los años 90
En su taller en los años 90

Otro “grande” de la moda nos ha dejado. Emanuel Ungaro ha fallecido en París a los 86 años de edad. Estaba casado con la especialista en adornos florales Laura Fanfani y tenía una hija llamada Cósima. En su exitosa carrera había jugado con los estilos más diversos y con las mezclas más audaces y eclécticas de colores y estampados. De él se había dicho que no era un creador de moda sino de muchas modas. Decía que su brújula era la intuición y el renacimiento de la Alta Costura de los 80 dio alas a sus sueños de lujo y de fantasía. 

Dejó la Alta Costura en el año 2004 y en su vida profesional recibió los trofeos más importantes que se conceden dentro del mundo de la moda: “Dedal de oro de la costura francesa”, “Premio al mejor modisto México”, “Premio de moda en Nueva York” y “La Aguja de Oro”, premio otorgado por España a través de María Rosa Salvador. 

Las mezclas de Ungaro
Las mezclas de Ungaro
Emanuel Ungaro
Emanuel Ungaro
Hizo el traje de novia de Eugenia M.Irujo
Hizo el traje de novia de Eugenia M.Irujo

ADIOS A EMANUEL UNGARO

Emanuel Ungaro había nacido en Aix en Provence donde su padre, un sastre italiano, había montado su negocio. Desde pequeño se vio rodeado de tejidos, maniquíes y artilugios de costura y su padre le había inculcado el valor del trabajo acabado y perfecto. Fue el mejor discípulo de Balenciaga, por el que sentía una gran admiración. 

En una entrevista mantenida con él en París le pregunté sobre este tema: “Empecé a trabajar a los seis años –me dijo- Mi primer juguete fue una máquina de coser. Por eso mi incursión en el mundo de la costura fue una cosa natural pero desde pequeño alimenté un sueño que parecía imposible: ir a París y trabajar con Balenciaga. Llegué a París a los 20 años y al cabo de un tiempo mi sueño se convirtió en realidad”

Después de un desfile
Después de un desfile

A principios de los 60 estuvo en Madrid enviado por Balenciaga para trabajar en su casa de Alta Costura. Es una época que recordaba con un cariño especial. Tenía alquilado un apartamento en la calle Fernando el Santo y todos los domingos acudía invariablemente a dos sitios: al Rastro y al Museo del Prado. Se pasaba horas en el Prado en las salas del Greco, de los pintores flamencos, en las de Goya, Murillo y Zurbarán. 

A modo de “testamento” reproduzco lo que me dijo contestando a mi pregunta de qué consejos daría a la mujer para vestir bien: “Uno muy sencillo -me dijo- Le diría que en la costura no hay milagros. Que tiene que enfrentarse con la verdad cuando se mira al espejo. Es la mujer quien crea los vestidos que lleva. El modisto digno de este nombre no hace más que adivinar sus deseos, sugiere, pero ella tiene la última palabra”.

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