LA MODA, MI MEJOR ALIADA
OPINIÓN, octubre 2010

-
“Uno es siempre quien es, pero no está siempre como está”. La frase de la periodista Bárbara Alpuente me animó escribir algunos de mis pensamiento relacionados con mi estado de ánimo personal y mis contactos más o menos fugaces con la moda, porque esta es una especie de catalizador de nuestras vivencias y nos ayuda a mostrar, a veces mejor que las palabras, nuestra identidad y nuestros sentimientos.
Apenas hace unas semanas que volví de las vacaciones y, hablando de estados, os confieso que estoy nostálgica. Esto me hace recordar las palabras de mi padre cuando me dio la bienvenida a la era de los “sensamientos”, que no pensamientos. “Hija mia, sólo buscas sentir, vibrar, emocionarte, volver a enamorarte... y te olvidas de la razón”, me dijo. Porque lo que me importa y nos importa (permitidme que os incluya a todas conmigo) es ¡sentir! El sentimiento ha impuesto su locura frente a la lógica del pensamiento. ¿El resultado? La pérdida de realismo.Hace unos días fui a comer spaguettis a casa de una de mis mejores amigas. Después de la ensalada de frutas (y sí… también de mi dosis casi diaria de chocolate), nos encerramos en su habitación para recordar nuestras aventuras adolescentes. Entonces fue cuando me confesó lo mal que lo pasó hace unos años porque su novio (ahora marido) se fue a estudiar a Miami. “Llegué a sentir frío en pleno mes de agosto al pensar que Ernesto no volvería a abrazarme hasta dentro de ¡cuatro meses!” Mi amiga Lucía hizo de su estado de ánimo su realidad particular.
¿Y quién no lo ha hecho alguna vez? Cuántas veces hemos creído que el mundo está contra nosotras, que nadie nos entiende, que nuestra jefa nos tiene manía… o que estamos gordas (sólo después de habernos zampado un pote entero de helado de vainilla, cookies y toffee de Ben&Jerrys).
Hablando de moda, que esto es lo que pretendo en este artículo, confieso que siempre he encontrado en ella a la mejor aliada para explicar al mundo cómo estoy porque la moda es un vehículo estupendo para expresar nuestra identidad. Fucsias o colores pastel, blazers masculinos o vestidos babydoll, jeans acampanados o pitillos de la talla 36… Todos ellos me han ayudado a expresar sentimientos, a reivindicar causas perdidas y han ido dibujando poco a poco (y con curvas) la trayectoria de mi evolución personal.
Al inicio de las ultimas rebajas, entré en la tienda Topshop de Barcelona y, entre una decena de chaquetas, abrigos, vestidos… bendecidos con un cartel que decía “Hasta un 50% de descuento”, encontré una falda negra manchada con colores flúor. ¡Mía!, pensé. Y acerté, porque al mirarme al espejo me sentí más yo que nunca. La vivacidad de los tonos y el vuelo exagerado de aquella falda definían mi carácter risueño y atrevido.
Pero si invertimos la ecuación, y antes de saber quiénes somos y cómo somos, seguimos el dictado de las fashion victims, acabamos convirtiéndonos en marionetas disfrazadas.
Y os lo digo yo, que pasé muchos años disfrazándome con modelos imposibles de banderas inglesas y jeans con purpurina. Afortunadamente (para mí y para los que gozáis de un mínimo sentido de la estética), ¡logré superar esa fase de mi vida!



LA MODA, MI MEJOR ALIADA