RENOIR, OTRA FORMA DE ACERCARSE A LA MODA
CULTURA, noviembre 2010
Renoir: Palco en el Teatro (a.1880)

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El Museo del Prado tiene el honor de contar, por primera vez, con treinta cuadros de una de las personalidades artísticas mundiales más influyentes, Pierre-Auguste Renoir (1841-1919), expuestas en la pinacoteca madrileña hasta el próximo 16 de febrero de 2011. Es ésta una buena ocasión para acercarse no solo a la pintura de este genio, sino también para comprobar -gracias a los pinceles impresionistas del galo- cómo dos artes como son la pintura y la moda se pueden fusionar en una única disciplina artística.
Seis son las temáticas dominantes en esta exposición: naturalezas muertas y flores, el retrato, el paisaje, el desnudo y la figura femenina. Es éste último género el que nos acerca -casi 150 años después- a un estilo y a una corriente en el vestir que por fechas presentes en la muestra podemos ubicar dentro del romanticismo de finales del siglo XIX. Fue éste un movimiento intelectual que no solo afectó a la literatura y a las artes escénicas, sino que también tuvo mucha influencia en el mundo de la moda. Faldas amplias pero algo más cortas que en años anteriores, telas de aspecto etéreo con delicados estampados, profusión de encajes, capotas con lazos y cintas de terciopelo, elegantes sombreros, adornos florales, cinturas ceñidas y cortes muy marcados... Todas estas características se hacen patentes en las obras maestras de Gustave Renoir. Para comprobarlo, basta con acercarnos a títulos tan bellos en la forma y en el fondo como “Palco en el teatro” (1880), o “Retrato de una joven” (1874).La historia nos ha enseñado que en las últimas tres décadas del siglo XIX (treinta años que son los que copan los cuadros de esta muestra), algunos diseños (tanto en zapatos, vestidos o prendas de abrigo) se confeccionaban a través de tejidos que se bordaban en Oriente Medio o incluso en la India y después se vendían en Europa. Esto también queda bellamente plasmado en los cuadros de Renoir, en concreto en la delicadeza de “Niña con ave (Madmoiselle Fleury vestida de argelina)” (1982) o en “Retrato de Madame Monet (Madame Claude Monet leyendo)” (1874), donde nos muestra a una mujer sentada en un voluptuoso sofá tapizado con tela de grullas y flores vistiendo una especie de túnica que nos recuerda a un caftán turco de elaboradísimo diseño.
También Renoir gustaba acercarse al mundo femenino desde una perspectiva más provocativa y mostrar a muchos de sus personajes de una manera insinuante. “Marie-Thérese Durand-Ruel cosiendo” (1982) y “Muchacha dormida” (1980) son dos de los mejores ejemplos de cómo la sensualidad era uno de los puntos fuertes del pintor. Otro elemento para resaltar la femineidad de la mujer fue el uso del corsé, mejorado durante estas tres décadas tanto en su diseño como en los materiales que lo componían, elaborando piezas que ayudaron a moldear más esbelta la figura de la mujer y que marcaron la moda a partir de 1870. Por su parte, fascinación era lo que provocaban flores, pieles y plumas en las mujeres de la época, ya que con profusión se utilizaron en el vestir y así queda reflejado en obras como “Muchacha haciendo ganchillo” (1875) o “Muchacha con abanico” (1879).
Los últimos años del siglo XIX también fueron los años que vieron nacer a un personaje histórico -sobre todo en el vestir- como fue el dandi, y en esta exposición podemos intuir esta eclosión de personajes masculinos gracias a dos bellísimos autorretratos donde deleitarse con esa pincelada rápida, precisa, luminosa y vigorosa que caracterizo la obra de Renoir.
Así, gracias a esta exposición, podremos comprobar como Renoir se acercó a unos años que fueron imprescindibles y determinantes para el desarrollo de la moda, tres décadas (1870-1900) que podemos incluir y calificar de fundamentales dentro del Siglo de Oro de este bello arte.

Renoir: La Carta (a.1895-1990)

Renoir: Muchacha con abanico (a.1879)

Renoir: Thérèse Berard (a.1879)
RENOIR, OTRA FORMA DE ACERCARSE A LA MODA

Renoir: Muchacha haciendo ganchillo (a.1875)