ELEGIR ES TODO UN ARTE
OPINIÓN, octubre 2012

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Un mundo globalizado difumina costumbres y fronteras y desplaza hegemonías que parecían indestructibles Si un día París fue el único gran centro de la moda ahora se reparte su reinado con otros puntos con un marcado peso específico, como Nueva York, Milán o Londres… En este último mes, hemos comprobado cómo las Fashion Week se multiplican. Llega una abundante información por todos lados y los medios de comunicación tienen que hacer verdaderos malabarismos para acudir a tanto despliegue. Sin embargo hay algo que cobra cada vez más fuerza: el derecho a la elección personal.
La moda se abre vertiginosamente a nuevos mercados y Occidente sufre la competencia de países orientales tan potentes como China o la India. Hasta hace poco esta competencia se miraba con cierta tranquilidad al comprobar que la principal labor de estos países se limitaba a la copia y producción de los patrones enviados desde Europa pero actualmente se detecta, con la natural alarma, que el gigante chino está aprendiendo rápidamente las artes de la creatividad, lo que demuestra a las claras que intentará hacer la guerra por su cuenta.Cada vez aumentan más los centros de creación y la globalización que sacude a la moda se encarga de mezclar culturas y estilos. No hace falta más que echar una ojeada a las últimas colecciones para comprobar que hay una mezcla de vanguardismo con estilos tradicionales y un agresivo vintage nos devuelve a épocas pasadas.
Hay también un revoltijo de culturas y folklore que se traduce en distintas tendencias. Si Ralph Laurent se inspira en el toreo y el folklore español, Victorio y Lucchino lo hacen en el lejano oriente y Teresa Helbig en la geometría de Versalles…
Es curioso que esta movilización de estilos y tendencias comparta su protagonismo con ese otro rasgo tan acusado de la moda actual como es su individualización. La moda se inhibe de dirigismos trasnochados para recordarnos su derecho a ser libre y personal. Pero esta libertad de elección no significa que los códigos hayan desaparecido. Los ponen en práctica algunas empresas, institutos de enseñanza y en general se tiende a recordar que una forma de vestir bien es elegir lo más adecuado para cada ocasión.
Esta moda individualizada, que parece incluso dar más valor a los looks callejeros que a las pasarelas, tiene unas bases muy sólidas: viene a ser una carta de presentación personal; de ahí que el arte de la elección adquiera cada vez perfiles más exigentes.
Cada mujer se convierte en su propia estilista en la trama final de un proceso que le permite escoger bien, de acuerdo con sus características físicas y sobre todo de acuerdo con su filosofía de la vida. La moda tiene el derecho de proponer miles de tendencias pero la última palabra la tiene el sentido común, el patrimonio estético de cada persona y en definitiva el buen gusto individual. Por eso elegir bien es un arte que se cotiza cada vez más.


ELEGIR ES TODO UN ARTE