IMAGEN Y PRIMERA IMPRESIÓN
OPINIÓN, Marzo 2014Hace unos días impartí una sesión sobre estilo e imagen a una veintena de mujeres. A pesar de la diversidad de edades y procedencia, todas tenían la preocupación, o al menos la curiosidad, de cómo mejorar su apariencia. Es una realidad que la imagen propia divulga mucho de nosotros mismos: la primera impresión puede decidir un contrato laboral, el comienzo de una amistad o el transmitir credibilidad y reflejar nuestras habilidades.
El mundo actual moviliza a las mujeres y cada vez más a los hombres en torno a unos estereotipos estéticos que inconscientemente incorporamos y a los que nos rendimos a pesar de que nos imponen cuerpos perfectos, anoréxicos o inaccesibles, encadenando a más de una a la báscula, a la cirugía estética o al menos creando una insatisfacción permanente que puede derivar en psicopatologías alimentarias.Afirma la diseñadora Magdalena Elton: “Hay que aprender a elegir y mirar lo que nos puede aportar la moda y para eso hay que tomarse tiempo”. Comprobamos que la compra por impulso es casi siempre negativa porque lo inmediato suele jugar con la elegancia y a veces no es fruto de la reflexión sino del agotamiento de pasear durante horas por el shopping.
Cada persona, salida de las manos de Dios, es única independientemente de si su peso o talla responden a los cánones de belleza establecidos tanto en su yo interior como en la armonía que proyecta. Y si bien el progreso interior puede crecer gracias a una buena orientación espiritual, el aspecto exterior -fruto integrador de la herencia genética, la vestimenta y el lenguaje corporal- puede lograr un perfil satisfactorio de la mano de una buena orientación profesional, porque siempre verse mejor es sentirse mejor.
La tarea de una consultora de imagen es componer una imagen de éxito de la persona partiendo del estudio de su estructura corporal y del influjo y del color en su look, descubriendo los talentos escondidos, minimizando lo menos favorecedor de su figura o de su comportamiento y carácter, elevando así su autoestima con el fin de alcanzar metas personales, familiares o profesionales.
Esta labor, todavía poco conocida, tiene sin embargo mucho que aportar a la sociedad por la vía que ofrece a la mujer o al hombre hacia un estilo propio, conforme a su profesión, ocupaciones, identidad, gustos, etc. Si en cada estación la naturaleza se viste y se desviste espléndidamente con el genio creativo de la sabiduría divina, la consultora que ayuda a perfeccionar a la persona comunicándole criterios estéticos, apoyo y seguridad personal, se erige en eficaz colaboradora de esta sabiduría.
El asesoramiento debe ir más allá de la apariencia física ya que la persona debe plasmar externamente su imagen interna, su “yo” real, su alma diseñada exquisitamente por un Dios que quiere dejar pinceladas irrepetibles también en el cuerpo que la compone.
* Eva Nordbeck es Consultora de Imagen por el AICI, Association of Image Consultants International
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