MODA Y CONFLICTOS FAMILIARES
OPINIÓN, Junio 2014
Discusiones por la ropa

Estilos juveniles
Para muchos la moda es una expresión cultural importante, un arte, un detector de la sociedad y los estilos de vida. Para otros, es un tema que no afecta a ningún aspecto de nuestra vida y que tiene una alta dosis de frivolidad. A pesar de las distintas valoraciones no puede ser indiferente a nadie el fenómeno de la moda, que ha adquirido grandes dimensiones en la sociedad contemporánea y que llega a muchos ámbitos de la vida y las costumbres. La moda puede generar conflictos entre los grandes intereses en los que se ve envuelta pero también otros a ras de la realidad cotidiana, por ejemplo, en el ámbito familiar.
No es extraño que en algunas discusiones entre padres e hijos, o más certeramente entre madres e hijas se deslicen frases como “¡Así vestida no sales a la calle!” o “¡Me da igual que lo lleven todas tus amigas!”. La madre se desespera ante la idea de que su hija no sabe ni por asomo lo que le sienta bien, ni cómo debe combinar las prendas y los colores y sobre todo lo que se puede enseñar y lo que se debe tapar.Sin embargo hay que considerar que la moda tiene una importancia nada desdeñable en la vida de las adolescentes porque las costumbres y las formas de vida se introducen a través de la juventud para extenderse a toda la sociedad. Por eso es importante conocer la naturaleza de la moda, su dinamismo propio, para encauzar los conflictos generacionales en la dirección correcta potenciando lo que la moda actual tiene de positivo y limando los aspectos negativos.
LUZ VERDE
El individualismo. Resulta curioso que entre la globalización actual, la moda apueste a la vez por las posturas individuales y las utilice como un medio para expresar la propia identidad. Esto significa procurar que haya una coherencia entre cómo se es y cómo se viste uno, si no la moda se convierte en un disfraz. Es muy importante inculcarlo a los adolescentes en esta etapa de su vida en la que se está labrando su personalidad.
Desarrollo de la creatividad. La moda ahora es opcional, no tiene leyes indiscutibles sino que muestra cientos de tendencias. Cada persona debe buscar su propio estilo porque las tiendas venden ropa, no estilo, y se impone fomentar la creatividad personal. Un objetivo primordial para la gente joven que veces tiene una visión gregaria de la moda, propia de su inseguridad y su falta de criterio.
Conocimiento propio. El buen gusto y el acierto en el vestir no es algo arbitrario, hay que conocer bien el propio cuerpo y distinguir qué formas y colores sientan mejor. Saber también adecuarse a la talla “real” y no acudir a la tienda de modas buscando la talla que les gustaría tener, y pretender enfundarse en la que las revistas de moda exponen en sus fotos como la “ideal” y no la que exige las medidas propias.
El prestigio de lo nuevo. Como un rasgo esencial de su condición efímera, a la moda se le exige cada vez más en novedad. Los cambios se suceden a una velocidad vertiginosa y lo nuevo tiene un claro prestigio sobre lo que se considera más clásico y tradicional. Pero no se puede sacrificar por la novedad la ética y la estética. Conseguir un buen criterio en esta cuestión evita muchos conflictos.
LUZ ROJA
Consumismo galopante. Los cambios rápidos y repentinos de la moda fomentan el consumismo. Hay que frenar los excesos a veces envueltos en el lema de “la moda de usar y tirar”. ¡Ojo con los estragos de las rebajas! Por muy barata que cueste una prenda resultaría cara si no la necesitamos y se queda olvidada en el armario. Hay que concienciar a la gente joven del gasto que suponen estas actitudes, fomentar las posturas sensatas frente al valor del dinero y la importancia de la austeridad. No hay mejor freno para los caprichos.
Las obsesiones. A veces los adolescentes se obsesionan con la moda y esta obsesión puede convertirles en “fashion victim” el día de mañana. Aquí entran también el afán por seguir los cánones de delgadez imperantes que puede llevar a procesos patológicos como la anorexia si no se controlan a tiempo. Hay que inculcar moderación y dietas equilibradas y en los casos extremos acudir a la ayuda médica.
El desprecio a la intimidad. El vestido protege la intimidad personal, una condición propia de seres inteligentes que se concreta en el pudor que no es una virtud, como algunos creen, sino una postura antropológica. El sentido del pudor no se adquiere, se tiene como una condición natural y hay que enseñar a las niñas a valorarlo y a conservarlo antes de que sea tarde. Si no se hace así después será difícil que lo entiendan y surgirá el problema de no “detectar” “esta falda es demasiado corta”, “esto es transparente”, o “esto es para la playa pero inadecuado para andar en plena ciudad”, etc, etc.
El choque generacional. Una característica de los adolescentes frente a la moda es la de diferenciarse de los adultos, expresando así en ocasiones una forma de rebeldía. En este caso es importante acudir al diálogo, hablar con ellos, no encerrarse en posturas intransigentes, no discutir e intentar llegar a la paz y a la concordia y a unas condiciones aceptables para ambos “bandos”.
Y por ultimo, una reflexión del modisto Oscar de la Renta que alienta la pedagogía de la moda: “En contra la opinión de muchos, creo que la elegancia es algo con lo que no se nace, se desarrolla a lo lago de la vida y tiene que ver sobre todo con la disciplina con la que se vive y con la proyección personal”.

La propia identidad

Se puede ser joven y elegante

El estilo se aprende
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