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EL PODER DE LA IMAGEN DE AGATHA

EVENTOS, Febrero 2019
por Julia Sáez-Angulo | Nº 143
Agatha en el Museo del Traje
Agatha en el Museo del Traje
Vestido paraguas
Vestido paraguas

Ella presume de ser la única diseñadora de moda que viste siempre sus propias creaciones, porque cree en ellas y es su mejor modelo. A los 20 años Ágatha Ruiz de la Prada hizo su primera exposición y la segunda en las escalinatas del Museo de Arte Contemporáneo en la Ciudad Universitaria de Madrid, hoy Museo del Traje, donde ha expuesto una selección antológica de sus diseños, que van desde la moda a las vajillas y todo el arte de la mesa que dirían los franceses. Es una creativa audaz, atrevida, desenfadada y fresca, amén de un personaje del papel couché. También ostenta dos títulos nobiliarios: XIII marquesa de Castelldosrius, Grande de España, y XXIX baronesa de Santa Pau, muy catalanes ellos, concedidos y rehabilitados ambos por la Monarquía.

El color brillante y radiante hasta lo restallante es su máxima. Ella fue consciente desde el principio de que en la moda había dos líneas de la elegancia: el negro de Balenciaga como tótem español, desde Felipe II (cuando las Cortes medievales y renacentistas vestían de colorines, porque no encontraban el tinte adecuado para el precioso negro aterciopelado de la Corte de España) o el rosa de Elsa Schiaparelli o Christian Lacroix de la escuela de París, que animaban las tardes y noches de fiesta o de gala. 

Ágatha optó por el segundo camino, casi condenando al negro como el no-color anatema. El fucsia es su color referencial en sus flores, medias, vestidos, perfumes y demás. Y si digo que no prescindió del todo del negro, porque su vestido-piano en negro y blanco es la excepción que confirma la regla. 

Sus extravagancias y vida privada le sirven también para promocionar su nombre y su marca que son lo mismo sin solución de continuidad. Ágatha Ruiz de la Prada y Sentmenat (Madrid, 1960) es una luchadora y una actriz de la vida, que sabe lo que busca y lo que quiere, aunque no siempre lo consiga, pero lo pone en escena. Tiene dos hijos crecidos que le ayudan en su empresa: Cósima y Tristán Ramírez, hijos también de un célebre periodista, a quien ahora Ágatha llama El Innombrable, desde que se separó de ella a los pocos meses de casada y de más de dos décadas de vida en común. 

Agatha Ruiz de la Prada
Agatha Ruiz de la Prada
Zapatos tarugos
Zapatos tarugos
Exposición
Exposición

EL PODER DE LA IMAGEN DE AGATHA

Graciosa, numerera y distante cuando quiere, Ágatha Ruiz de la Prada es ella misma. Simpática y cariñosa puntual, como cuando dijo por ejemplo que veía a la infanta Leonor tan mona que la considera “como una sobrina” o cuando dice en su presencia “soy muy amiga de la directora del Museo del Traje, aunque ella no lo sabe todavía”. 

Ágatha Ruiz de la Prada tiene su público. Sabe que tiene una moda de pasarela, extravagante, siempre lista para el que la busca y otra más contenida en las tiendas. Hasta su madre encontraba cosas para llevar, dijo en una ocasión. Los vestidos piano, huevo frito, con caderas y demás, los más peculiares, son los que conserva en la Fundación que ha creado con su nombre y que cuenta con unas 500 piezas para ser expuestas allí donde se lo demanden. 

Exposición en el Museo del Traje
Exposición en el Museo del Traje

Su primera exposición retrospectiva fue en la Casa de Vacas del Parque del Retiro hace unos 15 años y la segunda en el Museo del Traje en Madrid en 2019. Ha desfilado también en la Semana de la Moda en París, concretamente en el Museo del Louvre, porque ella está convencida de que moda y arte se dan la mano y se considera casi pionera de este pensamiento. 

Ha elogiado al desaparecido Elio Berhanyer, de quien lució –como excepción- un modelo, a petición del diseñador, el día del homenaje que le hicieron a él en el Museo del Traje, siempre geografía referencial de los modistos. Ágatha Ruiz de la Prada da y dará mucho que hablar; tiene fuerza, energía y vis cómica para ello. Cuando recibió la Medalla de Oro Mayte Spínola por la creatividad de sus diseños, lució el traje largo más maravilloso que le he visto nunca en rosa y verde tierno. ¡Único para ser lucido por ella! Atrajo las cámaras como nunca.

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