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¿MODA BARATA O TRABAJO ESCLAVO?

OPINIÓN, Junio 2013
por Josefina Figueras | Nº 81
Moda barata
Moda barata
Fábrica de ropa
Fábrica de ropa

Desde que el 24 de abril los medios de comunicación de todo el mundo difundieron el derrumbe del edificio de 8 pisos dedicado a la producción textil en Dacca, la capital de Bangladesh, no han cesado las noticias, las recomendaciones y también los proyectos que intentan paliar este desastre que ha golpeado al mismísimo corazón de la moda. Las últimas cifras que se barajan son escalofriantes: más de 1.000 muertos, 2.500 heridos y cientos de desaparecidos. El slogan “más cantidad de piezas, más rápido, más barato” que reclama una insaciable moda pronta, tiene su contrapartida en unos salarios que giran alrededor de los 30 euros para un trabajo de entre 11 y 15 horas diarias.

Dacca, la capital de Bangladesh, la antigua Pakistán Oriental, es una ciudad caótica, con edificios que se amontonan unos junto a otros sin ningún plan urbanístico que los ordene. Más de 14 millones de habitantes se cobijan en este país considerado uno de los más pobres del mundo. Cuatro millones de personas trabajan en sus cerca de 5.000 empresas textiles, que envían un 60% de su producción a Europa.

Las ONG han señalado como ejemplo de la situación que de los 20 euros que puede costar una camiseta en occidente solamente 1´5 céntimos corresponde a los costes laborales. Sin embargo, estas mismas organizaciones han advertido que si la UE o cualquier otra institución endureciera la regulación del comercio de Bangladesh, la economía del país se vería afectada y millones de trabajadores perderían su empleo.

De momento surgen iniciativas para mejorar las condiciones laborales y para garantizar la solidez de los edificios, pero es difícil que puedan paliar los problemas urgentes de las personas que han perdido a los suyos o se han quedado sin trabajo. Entre las noticias positivas se sabe que desde el derrumbe han sido clausuradas 18 fábricas y miles de firmas de apoyo han respaldado la reclamación del Presidente de la Federación Nacional de Trabajadores de Bangladesh que pide a las empresas occidentales que garanticen la seguridad de los trabajadores y compensen a las víctimas de la catástrofe.

Está claro que la llamada responsabilidad social de las empresas o no se cumple o es insuficiente, y que las auditorias no bastan. Ya se están activando gestiones más urgentes como el proyecto para desarrollar un “Acuerdo para la Seguridad y Prevención de Incendios en las fábricas textiles de Bangladesh” en colaboración con algunos sindicatos internacionales y con la supervisión de la OIT, que han suscrito algunas marcas internacionales entre las que se encuentran varias españolas.

Pero uno de los efectos más profundos, de esta situación inhumana, ha sido el despertar de las conciencias, ante la injusticia de unos salarios que no están de acuerdo no sólo con las necesidades más apremiantes de los trabajadores, sino con la consideración de su dignidad humana. En su discurso con motivo de la Fiesta del Trabajo del 1 de mayo el Papa Francisco, que ha hecho de la justicia social un puntal de su pontificado, recordaba que la dignidad no la da el poder, el dinero y la cultura sino un trabajo digno, porque hay sistemas sociales y económicos que hacen que este trabajo signifique aprovecharse de la persona. Y ya más concretamente en la Misa personal que celebró en su residencia del Vaticano se refirió a las condiciones laborales de los que murieron en la fábrica de Dacca calificándolas de “un trabajo esclavo”.

También los simples consumidores tenemos que poner nuestro granito de arena. No puede caer un manto de oscuridad sobre el origen de la ropa que nos ponemos. Hasta hace unos pocos años sabíamos que se producía en España o en países afines. Hoy no podemos llenar los armarios de ropa con el pretexto de su baratura cada vez más patente y más exigente. 

Los consumidores en general, con crisis o sin ella, tenemos que sentirnos parte de la solución del problema y conocer el origen y las circunstancias de la ropa que compramos porque las compras superbaratas y compulsivas son inhumanas y pueden repercutir en la vida de otras personas. Sería estupendo poder pensar que tanta desgracia como ha sucedido en Bangladesh sirve al menos para que empecemos a hacernos las preguntas más adecuadas.
Dacca
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Derrumbe en Dacca
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